martes, 30 de enero de 2024

XXV. ME LO DICES O ME LO CUENTAS

 


Saludos, lectores y lectoras del mundo. Aquí tenéis otro ejercicio de microrrelatos por palabras. Para quien no conozca las pautas a seguir, las recordamos:  

- Elaborar un microrrelato de 180 palabras como máximo (sin contar las del título), en el que incluyamos diez términos, elegidos al azar por miembros del club. 

- Cuando la palabra elegida es un verbo (amar, verter, salir...), puede utilizarse en cualquier forma, tiempo o persona.

- Si la palabra elegida no especifica su función, podremos utilizar cualquiera de las que nos proponga la RAE para dicho término.

- Si el término elegido es un sustantivo o adjetivo podremos usar tanto el masculino como el femenino, y en singular o plural, según convenga. 

- No se debe utilizar una palabra cambiándole la función de debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).

    Para este ejercicio los términos elegidos han sido: TATUAJE, CUENTO, QUEMADURA, COHERENCIA, SONDA, PELUCHE, INVENTAR, SUEÑO, FASTIDIO y COBALTO.

    Os animamos a practicar este ejercicio y nos encantaría que compartierais con nosotros el resultado. Si os apetece podréis verlo publicado justo debajo de estas líneas, junto a los nuestros, que os servirán como ejemplo. Que disfrutéis de la lectura.



Ramón

IMPASIBLE         

Eran los síntomas de exceso de cobalto, un fastidio;  se sentía extraño y no sabía qué le estaba ocurriendo; pensó que quizás fuera un cuento o un sueño vulgar sin coherencia que su cerebro acababa de inventar; pero no, todavía  veía la quemadura en el tatuaje de su piel y, tumbado en su cama, se vio como un peluche lanzado con fuerza al aire y quieto e impasible observó cómo las pilas derramaban la vida por la sonda de sus venas.

 

Laura Pérez Alférez

LA PROMESA    

Desvelada, con los ojos como platos mirando al techo, esperaba que el sueño la sacase de sus cavilaciones. "Te querré en la riqueza, en la pobreza, en la salud y en la enfermedad..." Intentaba memorizar los votos en voz alta y los sonidos le abrasaban la garganta, igual que la quemadura de una sonda. Las palabras le ardían en los labios, como si de la escarificación de un tatuaje se tratase.

La falta de coherencia de su suegra le producía un enorme fastidio, la buena mujer se inventaba el cuento de que el amor, si era auténtico, sería eterno, a pesar de que, según las estadísticas, al menos el cincuenta por ciento de los matrimonios acaban en divorcio.

Creyó oír voces, su osito de peluche azul cobalto parecía decirle que no se pusiera el vestido blanco y este, desde el perchero, soltó una carcajada.

Sin pensarlo dos veces escribió un mensaje: "No me caso, salgo ahora para el aeropuerto, el avión despega a las 8:00, si no vienes, me voy yo sola de luna de miel”.

 

Benet da Silva

MALDITA REALIDAD    

No, no fueron esos instantes de pasión que encendieron cada poro de nuestra piel. Y sí, sí creí tu cuento de princesa herida y, sin motivo, desheredada. Pero fue tu mirada la que quedó grabada cual tatuaje en mi corazón, esa que lanzaste en forma de sonda a las profundidades de la mía aquella tarde en la que el cielo pintaba en claro azul cobalto.

Hoy quisiera inventar un sueño, en él no seré el simple peluche que un día usaste de almohada, ni mi piel añorará la liviana  quemadura de tus caricias y, tal vez, aceptaré la maldita coherencia de la realidad; tú no estás y mi fastidio me impedirá, una noche más, soñar que no son las frías sábanas las que acarician mi desnudo cuerpo.

 

Monse Martínez Serrano

RESONANCIAS     

Apareció en mi consulta abrazada a un peluche y con una quemadura de segundo grado en el brazo. La sonda dejó al descubierto un tatuaje, el mismo que había aparecido en mi sueño la noche anterior. Mientras la curaba, confundido, le pregunté cómo se lo había hecho. Con poca coherencia me contó que, siendo niña, su madre la encerraba con fastidio en la habitación a oscuras. Asustada se abrazaba a Teddy y, mientras esperaba a que el castigo se acabara, se inventaba cuentos en silencio. Las lágrimas que acompañaban al relato destaparon emociones e imágenes de mi propia infancia. Volví a mirar su tatuaje azul cobalto: “un encuentro casual es lo menos casual en nuestras vidas”.

 

Encarni Navas

CUENTO DE NOCHEBUENA   

El despertar de ese sueño fue el fastidio del dolor, una sonda conectada a su brazo y un mapa de quemaduras, profundas manchas que se extendían como tatuajes sobre la superficie de su piel. Aferrado a su peluche azul cobalto, decidió inventar cuentos con cada una de sus formas para no perder la coherencia que aún le quedaba y seguir viviendo.

 

Lidia Molina Zorrilla

COMPAÑERAS    

De mi uniforme azul cobalto, que deja ver mi último tatuaje, viaja mi mirada a la sonda, luego a las quemaduras de su brazo y de ahí al cabecero de la cama donde cuelga un peluche rosa, “a mi hija le encantaría” le digo a mi paciente tratando de distraerla del fastidio de pasar la Nochebuena en el hospital. Me sonríe y le respondo con mi mejor sonrisa mientras me trago unas lágrimas al pensar que mi marido estará ahora mismo inventado un cuento con bastante poca coherencia por la falta de sueño. Me despido, nos felicitamos las fiestas y salgo de la habitación. Me siento afortunada porque a las ocho yo me voy, pero sobretodo porque sé que, aunque ella se queda, se queda en las mejores manos.

 

Dori Calderón Ramos

NOCHEBUENA     

Resultó un fastidio que la chica del tatuaje viniese a cenar con mi hijo, no tenía coherencia. ¡Eran tan diferentes!

Al abuelo se le movía la sonda de la nariz cada vez que sorbía un poco de sopa y se me había olvidado en casa el cuento y el peluche que compré para la bebé, inventaría cualquier excusa y se los regalaría en reyes.

Estaba enojada con mi marido desde que decidió romper mi sueño de viajar a Londres en Navidad por cenar con la familia y, para colmo, tuve que repartir el pavo, pues la boba de mi cuñada se hizo una quemadura cocinando.

Pero tendría mi recompensa cuando mi marido me regalase la maravillosa sortija color cobalto que descubrí guardada en su chaqueta.

A la hora de los regalos recibí de mi esposo un horrible bolso... ¿Y la sortija?

 

Ulla Ramírez

EL PELUCHE  

Juro que si algún día me tropiezo con aquel monstruo de las galletas no grande, pero nos servía para hablar en clave.

¡Maldito jardinero del mono azul! No solo podaba árboles. María, Isabel y Adela. cambiaré de acera. Maldito peluche color azul cobalto, que entraba en el colegio como Pedro por su casa con permiso de la madre superiora. El mote le venía Adolescentes interruptas por aquellos abusos a quemarropa, tatuajes indelebles; quemaduras vivas.

Por eso estoy aquí y lo veo todo azul; un fastidio.

Lanzamos globos sonda, emitimos señales de humo y gritos de socorro. “Inventos de niñas locas” nos decían. “Dios os castigará por levantar falso testimonio”. Luego, pasó lo de Isabel, que se cortó las venas. Y por fin lo denunciamos. “Ni en vuestros sueños me encerraréis” decía él con descaro cuando salió del juzgado, libre como las fieras.

Pero esto no es un cuento y acabará mal. Por pura coherencia: la mía. Si salgo algún día de aquí, juro que lo mataré. Y seré inocente porque estoy loca y lo veo todo azul.

 

José Antº Ortega Cuadra

UN PEQUEÑO DESASTRE    

Hubiera deseado que fuera un sueño, tal vez un mal cuento, pero no fue así.

Esos recuerdos, después de todos estos años, le resultaban un fastidio cada vez que se miraba el tatuaje de su brazo. Por suerte, tapaba gran parte de la quemadura, causada por aquel estúpido incendio en la mina abandonada de cobalto.

Sí, fue una estupidez. A quién se le ocurre intentar matar una araña estampando la linterna de petróleo contra la abrupta pared de la cueva. La coherencia en ese acto brilló por su ausencia.

Intentó inventar alguna excusa en el hospital, pero al parecer, antes de desmayarse por el fuerte dolor, contó lo sucedido al médico de la ambulancia, recordándolo al despertarse. Pudo darse cuenta, no solo de lo estúpido que se sentía, sino también de que le habían puesto una sonda y, en la almohada, un pequeño peluche con una tarjeta que decía: "Siempre serás nuestro pequeño desastre".

 

Rafa Núñez Rodríguez

FACHADAS   

Los barrotes de las rejas se parecen a una piel que se despelleja por el sol, cáscaras de color cobalto van dejando paso a la coherencia del óxido atemporal. Una fachada, una ventana, una reja y, justo enfrente, una papelera en la que asoma un peluche sin botones en la mirada.

Noto con fastidio la sonda en el brazo, cada mínimo movimiento es un pequeño infierno envuelto en quemaduras, tatuajes que tiñen de sinrazón parte de mi cuerpo. Le parpadeo a la enfermera, aumenta la dosis y el dolor deja paso a un sueño en el que, cada noche, vuelves a inventar un cuento para mí. Uno en el que los barrotes siguen siendo verdes y tú sonríes antes de que el viento traiga el sonido de la muerte, de la nuestra, siempre es la nuestra.

jueves, 30 de noviembre de 2023

Presentación de la obra EL EROTISMO DE MIS SUEÑOS de José Antonio Ortega Cuadra.

 




EL EROTISMO DE MIS SUEÑOS
101 POEMAS ERÓTICOS Y ROMÁNTICOS,
DE AMOR Y DE DESAMOR

El 30 de noviembre a las 19:00 horas, la librería "EL CALLEJÓN DEL CUENTO" albergaría la presentación de nuestro compañero José Antonio Ortega Cuadra de su primer poemario erótico titulado EL EROTISMO DE MIS SUEÑOS, presentado por Rafa Núñez.

El erotismo es una forma de relacionarnos, es un motivo por el que expresamos nuestros deseos y nuestra imaginación sexual buscando la satisfacción, tanto física como emocional. Su único límite es el respeto hacia la persona —o personas— con la que se comparte.

El erotismo es sensualidad, el disfrute se puede obtener sin que el sexo sea el principal fin. Una mirada, una palabra, una caricia, un simple beso… nos pueden elevar a un éxtasis cuyo mejor complemento puede ser compartir nuestra sexualidad. Podemos ver el sexo como una adición más para conseguir ese éxtasis tan placentero.

Ya es hora de desprendernos de tabúes y de creencias limitantes, para hablar del sexo sin ningún pudor en nuestra vida cotidiana, con nuestros hijos e hijas, con nuestra familia, con nuestros amigos y amigas, y con todas aquellas personas con las que compartimos nuestra existencia. Quien demoniza la sexualidad ha de revisar sus creencias y superar todas sus trabas mentales.

En este poemario, José Antonio Ortega Cuadra plasma sus pensamientos sobre el erotismo, el sexo, el amor y el desamor. Representa todo aquello que ha querido exteriorizar sobre su sexualidad. Con sus palabras y poemas quiere que vivamos el erotismo con toda la intensidad posible.

En palabras de Rafa Núñez describe su obra como "poesía que nos envuelve en la pasión y el deseo, con sutileza y fuerza, según el momento, caricias de tinta que nos harán sentir..."

martes, 21 de noviembre de 2023

Presentación del libro "LA VERDAD DE LAURA" de Benet da Silva, en la Semana Cultural de Periana.

 







El martes 21 de noviembre teníamos una cita ineludible en la Biblioteca Municipal de Periana, según marcaba la programación de la Semana Cultural de la localidad, Benet da Silva comenzaría la presentación de su última novela LA VERDAD DE LAURA. En esta ocasión también contaría con la ayuda de su inestimable amigo y compañero del Club de Lectura y Teatro de La Viñuela, Rafa Núñez, donde entablarían un coloquio sobre cuáles fueron los motivos por los que comenzó a escribir esta novela cargada de sentimiento, sensibilidad y en ocasiones escenas con cierta dureza que la configuran como una gran historia cotidiana con la que todo el mundo puede sentirse identificado.

Tras finalizar la presentación se inició una ronda de preguntas con todos los presentes en la sala, poniendo punto y final con la firma de ejemplares.

martes, 31 de octubre de 2023

¡RELATOS DE MIEDO!

Ulla Ramírez
LA FORTUNA
    Aquella noche de invierno, una planta que me triplicaba la estatura con una flor gigante y negra como el carbón, rompió con furia y gran estrépito los cristales de mi ventana y se coló en mi salón. Sí señores, la planta me asaltó y me quería comer. Lo juro como que me llamo Pierre. No sufro de alucinaciones, ni estoy loco, aunque los envidiosos de mi actual fortuna lo murmuren por ahí.
    Tras un forcejeo que duró lo justo para no perder el aliento, logré escapar de los largos y retorcidos brazos de la invasora, no sé si por mi propia pericia o por decisión de aquella flor, que me lamía el cuerpo y el rostro con sus gigantescos y pegajosos pétalos negros. Quién sabe, puede que intuyera cuál sería su futuro si me dejaba con vida.
    Yo había oído contar que en el pasado la flora de este lugar gozaba de una frondosidad fuera de lo común, debido al abono extraordinario que este terreno había almacenado a lo largo de los siglos. La savia de los muertos, le llamaban. Y es que parte de este pueblo, como bien es sabido, se asienta sobre un viejo cementerio medieval. La gente contaba que con el paso del tiempo las plantas se marchitaron y murieron. Y fin de la historia, al menos para mí.
    Pero no señores. La mía, mi planta, al parecer, resucitó de pronto aquella noche al olor de mi carne y de mis huesos frescos. Pero como les digo, le gané la batalla o me dejó ganarla. Y miren lo hermosa que la tengo ahora. El laberinto de sus ramas ocupa todo el jardín y escala por las paredes blancas hasta el tejado de mi hotel, este hotel en el que convertí mi casa.
    Ciento cincuenta euros por muerto y día ¿qué les parece? Ahora hay que esperar hasta una semana para enterrarlos. Hay cola, sí señores. Aunque, a veces, la gente olvida a sus muertos y mi planta lo agradece.
    Ya les digo, ciento cincuenta la habitación refrigerada, incluida una flor negra.
    La historia es gratis.


Laura Pérez Alférez
AMARGA COSECHA
    La obligaron a usar el montacargas del hotel que tenía el apropiado nombre de Abraham Lincoln.
    La invadió un sentimiento de rabia que le hizo apretar los dientes y torcer el gesto al recordarse, de niña, violada a los diez años en la esquina de un prostíbulo. Y las primeras monedas que le arrojaron después de usar su cuerpo, a los doce.
    Con los puños apretados, ocultos en los bolsillos del viejo abrigo, pero con paso firme, caminó hacia el Café Society, el primer bar neoyorquino que legalmente permitía acudir tanto a población negra como blanca.
    Se encontraba sobre el escenario, después de cantar varios temas delante de un público indiferente, aferrada al micrófono dispuesta a cantar su tema de cierre. Tras un minuto de un estremecedor solo de trompeta, cantó con voz rasgada:
    "De los árboles del sur cuelga una fruta extraña. Sangre en las hojas, y sangre en la raíz. Cuerpos negros balanceándose en la brisa sureña. Extraña fruta cuelga de los álamos. Escena pastoral del valiente sur. Los ojos saltones y la boca retorcida. Aroma de las magnolias, dulce y fresco. Y el repentino olor a carne quemada. Aquí está la fruta para que la arranquen los cuervos. Para que la lluvia la tome, para que el viento la aspire, para que el sol la pudra, para que los árboles la dejen caer. Esta es una extraña y amarga cosecha".
    Al terminar de cantar, el foco sobre su cara se apagó, nadie aplaudió.
    Al volver las luces ya no había nadie sobre el escenario.
  Los espectadores intentaban recuperar el aliento tras asistir a aquella desgarrada actuación.
  Mientras la primera canción antirracista nacía, justo en ese momento, a muchos kilómetros de allí, en España, se ordenaban los últimos bombardeos y se iniciaba una época de terror, intolerancia y barbarie. Empezaba la dictadura. Era la primavera de 1939.


Mª Carmen Jiménez Aragón
POR QUÉ MORÍ
    Se despertó en medio de la noche y quiso ir al baño. Como siempre, tanteó con los pies desnudos el frío suelo, pero no encontró sus zapatillas; juraría que las había dejado ahí al acostarse. Buscó el interruptor en la mesilla, no había luz. Agarró el móvil y caminó descalza cruzando el pasillo, por las ventanas solo se colaba la claridad de la luna. El apagón general debía llevar varias horas, el ambientador eléctrico no desprendía ningún olor. Menos mal que su teléfono aún tenía algo de batería para alumbrar sus pasos.
    Terminó y se disponía a lavarse las manos cuando en el espejo vio la cortina de la ducha ondear suavemente, debía cerrar la ventana o por la mañana encontraría el baño lleno de hojarasca depositada por el viento. Pero se sorprendió al descorrer el plástico y comprobar que la ventana estaba cerrada. Un desconcertante pellizco oprimió su estómago. Decidió pasar por la cocina antes de meterse de nuevo en la cama, seguramente ahora le costaría volver a coger el sueño y quizá tomar algo caliente le ayudara. Al entrar se quedó paralizada, la luz guía nocturna del pasillo estaba enchufada junto al expositor de cuchillos, encendida, faltaba el más grande. Su mente se activó a toda velocidad intentando recordar para qué lo usó y dónde lo había dejado, no quería entrar en pánico. Pero se cruzaba en su razonamiento el detalle de que solo hubiera electricidad en ese punto de la casa, no era lógico. Empezó a ponerse nerviosa al comprobar que, efectivamente, el fluorescente del techo no encendía. Desbloqueó su móvil, buscó en llamadas recientes a su hermana, necesitaba una voz familiar. Y mientras deslizaba contactos, pensaba: “Cómo va a estar tan abajo si hablé ayer con ella”. Súbitamente el televisor se encendió en el comedor y, con el corazón paralizado, asomó la cabeza buscando alguna sombra en la penumbra. Nadie. En la tele, la médium recordaba que Verónica seguiría contactando con su hermana hasta obtener respuestas de por qué la asesinó.


Lidia Molina Zorrilla
VÉRTIGO
    Me vuelve, como hace tiempo, el peso. Noto mis huesos de piedra, como una piedra en mi cabeza, en mi pecho y me convierto en piedra, soy piedra pesada que no avanza.
    Una pluma quiere enseñarme a flotar con el viento, me visita, me cuenta que volar es fresco, es vida. Pero yo estoy anclado al suelo, a mi suelo, a mi vida, a mi mierda.
    Yo soy piedra y esa pluma eres tú.
    Vértigo. Es eso. Volar me da vértigo.
    Los párpados me pesan como el resto del cuerpo. Quiero vencer el vértigo y moverme, ir contigo, al infinito, a la acera de enfrente y más allá, pero no puedo. Abro los ojos, estoy en mi cama, no necesito mirar al lado para saber que no eres tú la que calienta hoy mi colchón, pero, aunque quisiera no puedo girarme. No puedo moverme. Inmóvil solo alcanzo a ver el techo, la puerta entreabierta, la persiana bajada pero no del todo y los cuadritos de luz que ya quieren empezar a entrar. Quiero gritar, gritar tu nombre, pero siento peso en el cuello y la voz me ahoga.
    Tengo la cabeza pegada a la almohada, noto la presión. El contacto del occipital con el algodón es casi doloroso.
    Las costillas caen sobre los pulmones y los oprimen. Empiezo a sentir verdadero pánico.
    Comienzo a agitarme. Quiero levantarme. No sé si estoy soñando, estoy despierto o me estoy muriendo.
    ―Dios, ¿qué te pasa?― una voz femenina.
    Giro mi cabeza. Respiro muy rápido. He despertado a la chica y me mira aterrada.
    Yo también estoy despierto. Consigo sentarme en la cama, no sé qué ha pasado.
    ―Perdona, una pesadilla―, aunque no estoy seguro de que haya sido una pesadilla.
    ―Parecía que estabas convulsionando.
    ―Lo siento.
    ―¿Necesitas algo?
    ―No. Gracias―. Le sonrío, pero esa chica no eres tú. ―¿Podrías marcharte? Siento ser descortés. Puedes usar el baño y coger lo que quieras de la cocina, pero necesito estar solo.
    ―Claro.
    Esa chica usó el baño, cogió una manzana del frutero, me abrazó.  
    ―Cuídate.― Y se fue. Nunca la volví a ver. Parecía maja.


Rafa Núñez Rodríguez
REFLEJOS
    Vuelvo a escucharlo, me muevo cansadamente sobre la cama, he probado a taparme la cabeza con la manta, incluso con la almohada, pero esa gota sigue cayendo en el lavabo, lo atraviesa todo hasta llegar a mi cabeza.
    Me levanto, como llevo haciendo ya una semana, voy al baño, enciendo la luz y, en ese instante, deja de sonar.
    Es la segunda semana seguida y mis nervios quieren abrirme la piel para taponar el grifo. Entonces, casi por reflejo, le doy un puñetazo al espejo del baño. Se ha agrietado creando un reflejo extraño de mi rostro. Vuelve el goteo, pero ahora es la sangre de mis nudillos alimentando la boca del lavabo.
    La bombilla parpadea y cambia la imagen del espejo, es Ana, con el rostro pálido y enrojecimiento alrededor del cuello. Me duelen los dedos, se encorvan como acomodándose a ese cuello que fue el primero, el más callado. Ella confiaba en mí. La alcachofa de la ducha comienza a escupir aire, quizás el que le faltó a ella, pues se va impregnando su perfume por las paredes.
    Otro golpe de luz, ahora me miran unas cuencas vacías de vida, de las que aparecen lombrices rojizas como si le hubiesen quitado el color a la carne de aquel vagabundo. Hago una mueca de asco, olía peor cuando vivía que en el momento de enterrarlo, pero fue divertido, cada hueso partido sonaba diferente y sus ojos mirándolo todo desde mi mano.
    Me retuerzo por un dolor punzante que me atraviesa el estómago, caigo al suelo. Mi vómito me impregna la camiseta de sangre y trocitos de algo que no consigo identificar, quizás pequeños trocitos de cristal, me rajan la garganta al ir saliendo. Tembloroso, intento incorporarme. El goteo suena cada vez más intenso.
    Al ponerme en pie veo que ahora el espejo refleja a mi hermana, pero antes de que me enfadase con ella. Se la ve feliz, sin la piel atravesada por el cuchillo de la cocina. Dibujé líneas por toda su piel, con curiosidad por saber qué habitaba en su interior.
    Con la mano ensangrentada, me limpio la boca y lo que consigo es llenar de sangre toda mi cara, notando ese sabor espeso que me hace sentir culpable, pero que tanto necesito.
    Otro relámpago atraviesa la luz y vuelve a hablarme el espejo. Una leve sonrisa llena mi boca mientras con la lengua lamo la sangre que hay en mis labios.
    Ahora en el espejo te reflejas tú.

domingo, 29 de octubre de 2023

XXIV. ME LO DICES O ME LO CUENTAS

       Saludos, lectores y lectoras del mundo. Aquí tenéis otro ejercicio de microrrelatos por palabras. Para quien no conozca las pautas a seguir, las recordamos: se trata de elaborar un microrrelato de 180 palabras como máximo (sin contar las del título), en el que incluyamos diez términos, elegidos al azar por miembros del club.

    Dependiendo de la función que desempeñe cada término deberemos tener en cuenta las siguientes objeciones: los verbos pueden utilizarse en cualquier tiempo y persona, incluso en sus formas no personales; los sustantivos y adjetivos pueden usarse tanto en masculino como en femenino, y en singular o plural, según convenga; lo que no se debe hacer es utilizar una palabra cambiándole la función que debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo); igualmente no se puede utilizar "amado" cuando la palabra a incluir es "amar", deberíamos poner, en todo caso, "había amado" (tiempo verbal).

    Para este ejercicio los términos elegidos han sido: ONOMATOPEYA, LLUVIA, ESTRELLAS, BORRADOR, SINCRONIZAR, GRASA, TELEPATÍA, JUICIO, VALIENTE y MONOPATÍN.

    Os animamos a practicar este ejercicio y nos encantaría que compartierais con nosotros el resultado. Si os apetece podréis verlo publicado justo debajo de estas líneas, junto a los nuestros, que os servirán como ejemplo. Que disfrutéis de la lectura.


Laura Pérez Alférez
TRISTES ARMAS SI NO SON LAS PALABRAS. TRISTES, TRISTES.
    Dibuja una lluvia de estrellas azules en el monopatín de Hassan y frota, con furia, el borrador sobre la mancha de sangre reseca, sincronizando el movimiento con un estribillo que tararea en voz baja. Después unta las ruedas con grasa para que no chirríen al frenar, ese sonido le pone de mal humor. Según dice su madre, él es el sensato, el que posee buen juicio; su hermano era el temerario, el valiente. Entre los dos hacían un buen tándem.
    Debió avisar a su gemelo del peligro que corría, pero aquel día falló la telepatía que existía entre ambos. Fue su padre quien salió a buscar a Hassan. Entonces comenzaron los disparos, onomatopeyas de muerte silbaban por doquier.

    "Muere un niño de diez años cuatro días después de recibir una bala en la cabeza. Hassan y su padre recibieron varios disparos cuando volvían a su casa. El ejército dijo que sus soldados abrieron fuego mientras perseguían a dos hombres armados. En una declaración posterior, agregó que lamentaba el daño a los no combatientes".


Benet da Silva
VACÍO
    Fui yo quien se lo permití, mis pasos sincronicé con su compás, temía su implacable juicio. Por él, no escribí el borrador de aquella novela que mil veces imaginé a pesar de que su protagonista me hablaba como si los dos conectáramos por telepatía; ni me paré a escuchar el sonido de la lluvia; tampoco miré las estrellas una clara noche de luna llena o, siendo valiente por unos segundos, me subí a un monopatín corriendo el riesgo de divertirme. Tan solo patiné por una pendiente llena de grasa hasta estrellarme en el más absoluto vacío, mientras él entonaba su monótona onomatopeya: tic tac, tic tac…


Monse Martínez Serrano
LA CULPA
    La noche anterior la lluvia llenó sus zapatos y bajo las estrellas parecían más solitarios y desgastados que nunca. Se despertó a las ocho de la mañana como si por telepatía supiese que llegaría tarde al juicio. Cogió el borrador de la declaración de la mesilla de noche, se calzó los mocasines chorreantes y en menos de cinco minutos estaba deslizándose con el monopatín, como un valiente. Llegó sudoroso a la sala de espera. Cuando vio las manchas de grasa en su camisa supo que el jurado lo escucharía con menos atención que a una onomatopeya muda. Después de hora y media de espera se dio cuenta de que no había sincronizado bien su agenda. Convencer de que el accidente de metro, que causó dos muertos, no se debía a su fallo humano le seguiría robando el sueño una semana más.


Encarni Navas
NO TAN CUENTO
    Había una vez un niño cuya corta existencia se había sincronizado con las onomatopeyas de la guerra, con los sonidos del dolor, con la agonía de la supervivencia.
    En su casi recién estrenada vida, marcada por el juicio de unos pocos "valientes" que con sus dictámenes habían decidido sobre él, nada había, nada poseía, solo las calles impregnadas de huellas de tanques, de grasa de fusiles que ni la lluvia era capaz de borrar y un rudimentario monopatín que, con su imaginación de niño, había fabricado con tablas y rodamientos abandonados.
    Por las noches, cuando todo parecía serenarse, le fascinaba mirar las estrellas, el brillo de sus llamitas incandescentes y, hacia ese universo, se elevaba soñando, esperando que aunque fuera mediante telepatía a alguien le llegara su señal, su mensaje, que su realidad no fuera más que un borrador a la espera de corrección definitiva.


Mª Carmen Jiménez Aragón
LO QUE EL VIENTO SEPARÓ
    Había llegado el día del juicio final. Una frente a la otra, se sirvieron de su telepatía para tranquilizarse:
    —¡Vamos, valiente!
  —Sí, será nuestro primer y último viaje. Ya no hay grasa ni aliciente que alimente nuestras vidas.
    La lluvia y las estrellas pelearon esa noche por poder presenciar el evento. La hazaña no admitía borrador o salto de prueba. Así que, sincronizaron sus impulsos y se dejaron caer al vacío desde la rama más alta del álamo.
  —Ojalá pudiese planear y adherirme al monopatín que viene llegando, siempre he querido ver el estanque de cerca —deseaba una hoja.
    —¿Cuál será la onomatopeya al sentirme pisada? —se preguntaba la otra.
    Y el viento separó sus caminos.


Lidia Molina Zorrilla
ONOMATOPEYAS DE UNA PRIMERA CITA
    El crash al romperse la paleta cuando, días antes, se cayó del monopatín y casi le hace anular el encuentro.
     El clin de las gotas de lluvia chocando contra el cristal del coche en una noche sin estrellas.
     El dindon de un timbre tocado impacientemente esperando a que abra.
     El último pum de un corazón que se para al verse por primera vez para reiniciarse con el jajaja de una risa nerviosa.
     El rash de acercar las sillas a la mesa.
     El chrispy de la grasa de un chuletón en la piedra.
    El chinchín al brindar con las copas de vino (siempre medio vacías, a mi juicio).
     El muac de unos besos muy deseados.
   El tictac de los relojes sincronizando una cuenta atrás hasta volverse a ver.
    El ah de los suspiros escondiendo sendos "te quiero", dichos solo por telepatía.
   El click al enviar, en un impulso valiente, el borrador de un microrrelato: “Onomatopeyas de una primera cita”.


Dori Calderón Ramos
NUEVA VIDA
    La llamaron valiente, quizás querían decir loca, pero a ella le daba igual.
    Desde que perdió el juicio frente a su empresa consiguió sincronizar su vida. Compró aquella destartalada casa lejos de la ciudad con la que sintió telepatía nada más verla y donde podía mirar las estrellas desde la cama, comer desayunos con grasa sin miradas de espanto y sentir el flop flop de la lluvia contra los cristales. Aquella onomatopeya era el mejor somnífero. Además, vendió su coche.
    Aquella mañana subió a su monopatín y marchó a correos con el borrador de su primer libro bajo el brazo. Era la mujer más feliz del mundo.


Maite de la Cámara
DICOTOMÍA ANTAGÓNICA
    Estaba con el borrador de mi última novela, cuando el tictac del reloj de pared se clavaba en mi cabeza con su pesada onomatopeya
   Era agosto de 2017, en la televisión hablaban de la lluvia de estrellas de San Lorenzo. De repente, otra noticia me heló el alma. Hablaban los familiares de Ignacio Echeverría, el valiente chico del monopatín que perdió su vida por defender a una mujer y acabó apuñalado por tres terroristas en un atentado en Londres.
    Las imágenes se sincronizaban en mi mente simultáneamente: la ilusión por ver las estrellas y el dolor de esa sinrazón. Estaba perdiendo casi el juicio y pensé que no estaría mal hacer una escapada a una casa de campo para descansar un poco.
   Ahora anunciaban la película: Una mancha de grasa, de Víctor Vega. Sonó un WhatsApp de mi amiga Bea: "He alquilado una casa en Colmenar para ver las Perseidas. ¡Vente!"
    No me lo podía creer... ¡Pura telepatía!


Ulla Ramírez
INOCENCIA
    Aprendió los números contando estrellas y se enamoró del cielo. Era en las noches de verano cuando aquellos astros encerraban el mayor misterio.
    ¿Cómo podía ser que estando tan lejos, su sonido le llegara tan claro?
    Hubiera inventado una escalera infinita de cristal o se hubiera subido en alguno de aquellos monopatines de madera que usaban los niños para rodar sin juicio, haciéndose los valientes.
    Pero a pesar de su corta edad, intuía que aquel inmenso espacio había que recorrerlo de otro modo.
    Probó la telepatía, de la que le habló su hermano mayor. "Sincronízate", le dijo él, aquella noche de la lluvia de estrellas, y ella se subió al poyete y se concentró en el cricrí, repitiendo aquel sonido en voz alta mientras él se reía.
    Al final de aquel verano, alguien le contó la verdad: aquella misteriosa onomatopeya no era el sonido de las estrellas, sino el canto de los grillos.
    Lloró lágrimas tan espesas como la grasa que escurría su abuela en la cocina después de cada matanza.
    Hubiera querido tener entonces un borrador de verdades.


Rafa Núñez Rodríguez
VELOCIDAD
    La onomatopeya de mi vida podría asemejarse al sonido de ese monopatín que perdió el juicio y, por valiente, se volvió temerario, bajando a toda velocidad por la pendiente de mis sentimientos, queriendo sincronizar los latidos de mi razón con los pensamientos furtivos que me adelantan.
    Y pasó lo que tenía que pasar, la lluvia empapó las estrellas que me miraban curiosas y ese agua reflejó la grasa escondida en el alquitrán, la que siempre me hacía resbalar.
    Ese es el borrador de mi existencia, golpes entre las lágrimas del cielo y las zancadillas del sueño. Mientras, lo que antes era telepatía en cada gesto que imaginábamos, ahora se ha transformado en el sonido de un monopatín atropellado por el destino.

viernes, 27 de octubre de 2023

PRESENTACIÓN DE "LA VERDAD DE LAURA" DE BENET DA SILVA

El pasado día 27 de octubre, el Club de Lectura y Teatro de La Viñuela asistió a la presentación del libro de Benet da Silva, La verdad de Laura. El acto tuvo lugar en un conocido local de Torre del Mar, La taberna atípica, y contó con la colaboración de un miembro del club, Rafa Núñez, para introducirnos en la historia de la protagonista y en los motivos que llevaron al autor a escribir esta trama.

La verdad de Laura es la segunda novela de Benet y en ella se hace alusión, de algún modo, a su primera obra, El niño y la teta, novela autobiográfica. Explicó da Silva que en esta ocasión también se ha inspirado en hechos reales, no propios, porque está comprobado que exteriorizar situaciones traumáticas de la vida es un buen método para superarlas. Laura es una chica feliz, que pasó una infancia maravillosa con su madre adoptiva, hasta que es obligada a vivir con su madre biológica y entonces su vida se vuelve del revés.

Desde aquí, Benet, te deseamos un gran éxito.





jueves, 19 de octubre de 2023

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "DE PRODIGIOS Y FENÓMENOS", DE DANIEL CLAVERO

El  Club de Lectura y Teatro de La Viñuela tuvo el placer de asistir el pasado día 19 de octubre a la presentación del cuarto libro de la saga Los Infames, "De prodigios y fenómenos"  de Daniel Clavero Toledo. El encuentro tuvo lugar en la biblioteca municipal de Periana y Clavero contó con el apoyo del reconocido periodista José Manuel Frías, colaborador del programa televisivo Cuarto Milenio. 

Frías nos acercó al mundo del más allá, a los misterios que esconde la provincia de Málaga y nos contó cómo conoció a Daniel, argumento que sirvió como introducción del nuevo e inquietante libro del perianense.

Desde este club deseamos a Clavero tanto éxito como ha tenido con sus tres primeras entregas de la saga, "El siervo del diablo", "La dama dormida", y "La luz oscura".